catedral de pamplona

En 1991, en colaboración con el arquitecto D. Joaquín Lorda Iñarra, realizamos la reforma del presbiterio de la Catedral de Pamplona, para adaptarlo a las disposiciones litúrgicas emanadas del Concilio Vaticano II.

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La reforma afectó a todo el espacio del presbiterio, delimitado por una importante reja del s. XVI. Decidimos eliminar los elementos de piedra arenisca tallada, que conformaban el altar y el trono de la imagen de Santa María la Real, para conseguir un espacio amplio y diáfano. Estos elementos de piedra, con forma escalonada, habían sido diseñados por D. José Yarnoz y construidos en 1946.

Quisimos respetar los elementos formales y culturales que configuraban el conjunto de la Catedral, conservando la referencia visual del baldaquino neogótico con la imagen de Santa María la Real en su interior. La solución consistió en eliminar el basamento de piedra y suplementar las columnas del baldaquino para mantener la proporción del conjunto, añadiendo una columna nueva, cuyo capitel sirve de apoyo a la imagen de la Virgen. En el capitel hay dos ángeles que portan el escudo de Navarra y la inscripción Sancta Maria Regina Navarrae. La solución permitía conservar las proporciones y disposición del presbiterio, pues el baldaquino y la imagen de la Virgen se mantenían a la misma altura; el altar quedaba exento y realzado por el baldaquino, y todo el presbiterio quedaba diáfano, con la sillería renacentista como fondo. Esto permite que las ceremonias se puedan realizar sin impedimentos. Los trabajos de orfebrería fueron realizados por el taller granadino de D. Rafael Moreno. 

Para el diseño del altar se aprovechó el basamento de plata que tenía la imagen de la Virgen, y que había sido financiado en 1946 con donativos de los fieles. Se completó la Sede del Sr. Arzobispo y se realizaron unas sedes para los concelebrantes, aprovechando piezas de la sillería renacentista realizada por Esteban de Obray. También se realizó la limpieza de toda la sillería del coro. Se diseñaron unas gradas y un nuevo pavimento para destacar el altar y lograr que los movimientos en el espacio del presbiterio resultaran más sencillos y con la dignidad prevista. También se estudió una iluminación adecuada. Los trabajos de reforma se coordinaron con una excavación arqueológica, que permitió conocer detalles del subsuelo de la Catedral y de la historia de Pamplona.

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